La química de la calabaza

Te contamos cuáles son las moléculas que se encuentran en la calabaza y conoceremos un poco sobre los compuestos químicos que le dan color, aroma y sabor a esta hortaliza estacional.

El color de la calabaza se debe a la presencia de compuestos carotenoides, tales como el beta-caroteno, el mismo que le da color naranja a las zanahorias. Además, posee otros carotenoides como la luteína, que se encuentra también en las yemas de huevo, y la zeaxantina, que está presente en el maíz. Estos dos últimos carotenoides se encuentran en grandes concentraciones en las verduras de hojas verdes.

Como el cuerpo humano no puede producir luteína y zeaxantina, es necesario obtenerlas a través de los alimentos. Al ser sustancias antioxidantes, protegen al cuerpo contra los efectos nocivos de los radicales libres nocivos y por este motivo se las asocia con la prevención de enfermedades, especialmente los problemas oculares relacionados con la edad.

Cuando cortamos una calabaza emite un aroma vegetal que se asemeja a la hierba recién cortada, esto es por la presencia del alquenol (cis-3-hexen-1-ol), pero también colaboran otros alcoholes y aldehídos, como el hexanol y el 2-hexenal. La presencia del diacetilo (butano-2,3-diona) le brinda a la calabaza su fuerte aroma a manteca.

Las semillas de calabaza tienen entre un 25% a 30% de proteínas, y un 35% de lípidos, sobre todo ácidos grasos insaturados como el ácido linolénico y oleico. También poseen minerales (como magnesio, selenio, cobre y zinc), pectina y carotenoides.

En lugar de que tus hijos vayan pidiendo dulces por las casas durante el próximo festejo de Halloween, te proponemos un plan mejor. Usen disfraces en casa, vean en familia una película de la saga Halloween y coman juntos una rica comida donde no puede faltar un puré de zapallo rociado con aceite de oliva o hecho al horno en rodajas cubierto por fetas de muzzarella. De aperitivo unas ricas pipas o semillas de zapallo tostado.


Mate y calabazas.

En la Argentina se llama mate a la infusión de la yerba mate, y también al recipiente que la contiene. Muchos de esos envases se hacen con el fruto de la especie Lagenaria siceraria, una calabaza que según algunos autores se domesticó en América hace unos 11.000 años. Los pueblos cazadores y recolectores de América utilizaban esta especie de calabaza como un recipiente prácticamente irrompible y muy liviano. Se lo utilizó como fruto seco para confeccionar botellas, cuencos y cucharas. En aquellos tiempos en Sudamérica no se festejaba Halloween, pero la calabaza era igual de famosa. 



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